Ante la situación actual, los medios no paran de bombardearnos con millones de datos y cifras estrepitosos. Pero no todo son malas noticias. Hace unos días recibí en mi correo un enlace acerca del proyecto Covid Warriors, publicado en El Confidencial. Al mismo tiempo, me llegaba una nota de prensa redactada por uno de los cabecillas del proyecto en España, Andreu Veà, que nos animaba a compartir su trabajo con el subtítulo siguiente: “Es tiempo de entender que no se trata de trabajar para ser importantes, sino de hacer cosas que importen”.
Y es que hay que compartir la historia de Andreu y su equipo, no sólo por el gran hito que han conseguido, sino también porque es de esas historias que emocionan. Yo se la relaté a mis hijos, desde entonces me preguntan todos los días por los #COVIDWARRIORS y sueñan con ser algún día de ese grupo, como si de superhéroes de Marvel se trataran.
Esta es la historia de muchas personas, lideradas por cinco amigos del mundo de la tecnología y la medicina que consiguieron poner en marcha un proyecto para fabricar y trasladar robots para los tests del COVID-19 a los principales hospitales de España. Y todo ello ¡en menos de un mes!
El relato, contado en primera persona por Andreu Veà, empieza como casi todas las mejores aventuras, con un evento casual:
Fui contratado para dirigir una lectura en el Congreso de Alergia Global. Allí, tuve la suerte de poder asistir a muchas charlas y conferencias. En concreto, la que más me llamó la atención fue la de Rocío Teresa Martínez, científica mentorizada por la Dra. Mariana Castells.
De izquierda a derecha: Andreu Veà, Rocío Teresa Martínez y la Dra. Mariana Castells
Resulta que conectamos muy rápido, y en menos de lo que canta un gallo, estas dos grandes profesionales entraron a formar parte de nuestra pequeña comunidad. Varios meses después, en una calçotada organizada el 29 de febrero, empezamos a hablar sobre qué se debía hacer ante la pandemia global del COVID-19. Todo el mundo, menos las autoridades españolas, lo veía venir, y proyectaba a tres meses de lo que había pasado en China y a tres semanas de Italia.
Rocío me contó que en su laboratorio del Reino Unido estaban diseñando una solución: una arquitectura abierta que pudiera adaptarse fácilmente a las nuevas necesidades, es decir, con un proceso masivo de muestras, cambio fácil de protocolo y utilización de reactivos de distintos proveedores, creando combos en caso de que se rompieran stocks. Andreu afirma que este diseño le pareció fascinante, con mucho potencial a primera vista, así que decidió investigar. Resulta que en el sector de la biotecnología y la electromedicina, los equipos son muy propietarios, con un precio muy elevado en el que se suele dejar la mayor parte del presupuesto. Mientras que lo que planteaba Rocío era “open hardware”, de manera que el propio fabricante publicaba las piezas y compartía abiertamente la manera de construir la máquina, con protocolos abiertos y escritos en lenguaje sencillo.
Por otro lado, mientras Andreu estaba en el Concurso anual sobre Aplicaciones Móviles de Naciones Unidas celebrado en Viena, empezó a recibir mensajes de su grupo de médicos y tecnólogos (BCN Health Hub) sobre cómo la situación generada por el COVID-19 empezaba a empeorar en Cataluña.
Hablo con la Dra. Sílvia Narejos, que junto a su equipo, realiza 108 pruebas en un solo día en residencias y otros colectivos con gente mayor. A día de hoy, ya ha realizado 300 pruebas de las 3.000 que está reuniendo el Dr. Oriol Mitjà.
La Dra. Sílvia Narejos junto a su equipo
También recibo varias llamadas de Josep Vidal Alaball, pionero de la telemedicina en el sistema público de la Cataluña central. “Tenemos que hacer algo”, me dice, mientras se moviliza hacia la zona zero (Igualada, Barcelona). Ante tales demandas de ayuda por parte de nuestros compañeros médicos, decido llamar a nuestra pequeña comunidad IP, en concreto a Jordi Bosch i Masa, que desde Moscú coge la batuta y empieza a organizar a los voluntarios.
Jordi Bosch i Masa con Andreu Veà
Durante la primera semana de marzo se van creando las primeras divisiones. Exploramos lo que puede hacerse para complementar la supuesta acción de las administraciones y reforzar los puntos que pueden ser críticos. Gracias a Stephan Maisons, conocemos los datos del médico de Corea del Sur creador de una app que ofrece diagnóstico remoto y evita el colapso de los hospitales frente al COVID-19. Más tarde, Pilar Conesa se pone en contacto con él para que nos ayude a localizar dicha aplicación en el país. Nadie del gobierno nos escucha todavía, no podemos enlazar esta app traducida al sistema sanitario. Tampoco conseguimos respuestas al ofrecimiento de este médico coreano a ayudar en España. Él incluso nos dice que está dispuesto a fabricar la app completamente desde cero.
Mientras tanto, seguimos hablando de hacer tests a la población para poder impartir estrategias de salud públicas parecidas a las que vemos en Corea del Sur. Establecemos entonces las llamadas reuniones “War Room” de 21 a 24h diarias, sin descanso desde que empezamos. Hasta que un día hablamos con Maria Parga de la posibilidad de instalar un equipo robotizado en el Hospital Clínic de Barcelona.
Hablo de nuevo con Rocío Teresa Martínez, y el 17 de marzo creamos el grupo PC-R-OBOTS, al que añado a mi socio Jordi Bosch. Empezamos a hablar de los presupuestos para fabricar dicho robot, del que nos hablaba constantemente Rocío para su laboratorio. Maria Parga no duda ni un segundo: su primer mensaje es “pasadme más información para crear la presentación y enviársela a distintos inversores”.
Fue allí donde Maria empezó a contactar con el Ministerio de Exteriores para asegurarse que no nos confiscarían las máquinas cuando llegaran a España. Después nos presentó a la persona con más capacidad de conseguir cosas que jamás hayamos conocido: el día 20 de marzo añadíamos a Sandra Figaredo Gutiérrez, quien aportó soluciones a problemas que aún ni teníamos, logrando una «carta salvoconducto» para que nuestros equipos no fueran confiscados.
Empezamos a obtener presupuestos y vimos que para aumentar y «equilibrar» la solución a los dos puntos con más afectación de infecciones por COVID-19 (Madrid y Barcelona) requeríamos de 400.000 €. El fabricante disponía únicamente de 3 robots, pero se ponían a fabricar más. Aquí es cuando Javier Colás Fustero, ex DG Medtronic, consiguió abrirnos las puertas de los hospitales de Madrid y obtuvo las cartas de aceptación de los laboratorios.
María Parga y Sandra Figaredo hicieron lo imposible, pues el fabricante nos presionaba con vender los equipos a otro país. Finalmente encontraron y convencieron a un donante único para invertir en este proyecto. El montaje de robots, idea original de Rocío, se trata de una cadena de robots de 8+2, es decir, 10 robots que se van turnando en serie y dos en paralelo para lograr hacer el análisis (que puede durar unas 9 horas de proceso). El truco estaba en hacer muchos a la vez. A continuación, pudimos hablar con el Director de Inditex Logística, que nos ofreció uno de sus 45 aviones semanales de carga entre Shangai y Zaragoza. Ellos fueron los responsables de llevar puerta a puerta el cargamento, asumiendo el triple de coste al adelantar su ruta tres días.
El viernes 3 de abril a las 14:20h aterrizaba este gigantesco cargamento (168 piezas) de aproximadamente 5 toneladas en el Aeropuerto de Barajas, justamente el que Rocío había diseñado para los distintos laboratorios y que provenía de ShenZhen, China. A las dos de la madrugada del día siguiente llega al Hospital Clínic, y a las cuatro a la Vall d’Hebrón. Desde ese momento, se produce una carrera contrarreloj para desembalar, montar y enchufar el equipamiento, colocando un portátil de control en cada robot.
Álex Gasulla, uno de los cuatro jefes de proyecto (de los 4 centros) le preguntó al fabricante cuánto tardaban habitualmente en calibrar ese tipo de máquinas. Se hizo el silencio. Lo habitual es que vendieran un robot o dos, pero nunca habían tenido a 8 trabajando en serie/paralelo como lo había diseñado Rocío. Esta era, sin duda, la instalación más grande del mundo que jamás hubieran construido.
Sin embargo, las familias de los técnicos que debían montar y calibrar dichas máquinas insistieron en que no debían viajar hasta España, así que nos quedamos sin personal. Pero no desistimos. Durante las próximas 36 horas logramos seleccionar y contratar a los cuatro profesionales dedicados a desarrollar esta misión. Entre ellos, Ramón Martínez, alias Rampa, pionero de Internet que consiguió configurar 36 portátiles donados por Apple en una noche, para que pudiéramos transportar la mitad al día siguiente hacia Barcelona.
A continuación, creamos varios grupos para coordinar todos los equipos. Dani Martín Martínez, subdirector de innovación en Correos, fue personalmente a buscar las cajas para llevarlas al AVE.
Gracias a Wenceslao Sanchez, pudimos llevar los portátiles nuevos y las cámaras de control en uno de los 4 AVEs que circulan. Desde un inicio, se quiso maximizar el impacto ubicando los robots en laboratorios que ya realizaran estas pruebas manualmente, pero este, que era un proyecto que podía tardar más de un año entre todos los procesos, se ha logrado realizar en tan solo tres semanas.
Aitor Gastaminza trabajando en el Hospital Clínic.
El penúltimo escollo lo saltamos anteayer, cuando Ramon Martínez vio que faltaban 5 racks por laboratorio de aluminio puro (con un coste de unos 600€/unidad y dificultades para importarlos desde China). Su solución fue la siguiente: decidió construirlos con una fresadora CAD/CAM en una fábrica de Alcoi (Alicante), donde crearon una pieza mejorada, ya que ahora es genérica y se adapta a todas las máquinas.
Como podéis ver, en pocos días, #CovidWarriors ha sido capaz de poner en marcha un gran equipo, formado por ingenieros mecánicos, informáticos, técnicos en robótica industrial, biotecnólogos, gestores de proyecto y todo tipo de profesionales. Han llegado a superar con creces al equipo americano, que les ha dado soporte y que en varias ocasiones ha tenido que corregir y enmendar. También mencionar que gracias a la disponibilidad de Joan Lesan tenemos estas imágenes tan curiosas del montaje.
Poco a poco, nuestro sueño va cogiendo forma, y en unos días estos robots empezarán a ponerse progresivamente en producción y a estar milimétricamente calibrados, así como a saber aplicar los protocolos que en cada hospital nos han indicado.
Os animo a que si véis algún tweet o noticia relacionado utilicéis el hashtag #CovidWarrriors para incrementar el impacto y os agradeceremos que difundáis nuestra nota de prensa a partir de este viernes y la re-enviéis a todos los medios que conozcáis.
Hace ya varias semanas que salió la nota de prensa. A día de hoy, se prevé que Andreu Veà y su equipo hayan conseguido comprar al menos otros cuatro robots más, disponibles desde el 13 de abril. La moraleja de esta historia es que tenemos que unirnos y colaborar juntos para superar esta crisis. Covid Warriors es un ejemplo más de que la unión hace la fuerza. Para seguir profundizando, no os perdáis su entrevista con Julia Otero en Onda Cero, o la que le hizo Susanna Griso en Espejo Público hace varios días:
La colaboración solidaria entre profesionales puede llegar a salvar vidas. Por eso es tan importante que sigamos colaborando y construyendo redes de talento. Todos podemos aportar nuestro granito de arena en comunidad. Incluso los que están en su casa esperando poder salir. Porque cuidarse a uno mismo también es contribuir a la lucha contra el COVID-19.