Estaba leyendo yo “How to Win Friends and Influence People” de Dale Carnegie cuando encontré una de esas frases que gustan tanto compartir en Twitter:
Este libro me lo había recomendado uno de mis alumnos del IE Business School a raíz de un debate en clase sobre el efecto de la influencia social en la marca personal- y de la marca personal como herramienta de influencia social.
Esa cita estaba asociada a la idea del autor sobre lo baladí y poco efectivo que es realizar una crítica.
La capacidad de influenciar en una persona desaparece cuando se critica su conducta pues, lejos de producir mejora en su comportamiento se logra el efecto contrario; esa persona defiende su acción y desprecia a aquél que le intenta corregir.
Una idea obvia pero que necesita recordarse de vez en cuando. Pensando en su aplicación práctica en liderazgo y gestión de personas y redes publiqué el twitt. Recibí entonces una respuesta que me hizo cambiar el foco y plantearme una pregunta actual sobre los límites del derecho a la información y a la intimidad a raíz del uso de las redes sociales. –gracias David-
David dijo
Yo había dicho crítica, pero me refería a su sentido de censura: «nota, corrección o reprobación de algo» y no a su sentido literal de «examen y juicio acerca de alguien o algo (…) que se expresa públicamente (…) » [RAE dixit].
Sin saber el contexto de mi pensamiento, David respondió sobre el uso necesario que se hace en redes sociales para denunciar excesos y producir cambios.
El ciudadano ha tomado el lugar de la prensa y ha encontrado en las redes sociales on line el sitio donde hacer públicos los desmanes y clamar justicia.
Una acción de denuncia amparada en el derecho a la información.
Mi reflexión me llevó a preguntarme qué ocurriría si se usara también las redes sociales para censurar a otros ciudadanos en su cotidianidad: a un compañero de trabajo, un jefe, un cliente o un proveedor.
¿Se puede afear su conducta amparándose en la interpretación personal del deber de información?
En USA ya se hace. Hay una red social llamada Honestly (anteriormente llamada Unvarnished) que anima a realizar lo que ellos llaman cándidas y honestas revisiones de directivos/profesionales de empresa.
El deber de información y el derecho a la intimidad en España están separados por una fina línea y una gruesa jurisprudencia.
Supongo que muchos piensan que la detracción es respetable…siempre que le pase a otros. Las redes sociales, como forma de comunicación masiva recoge muchos comentarios cada día. ¿Y si entramos en una dinámica de censurar al jefe o compañero de trabajo amparados en el deber de información?
Si el Dire toma una decisión equivocada, lo posteo.
Si López pierde los papeles en una reunión, lo twitteo en directo.
¡Espera, qué bueno! Pérez se ha caído por las escaleras, voy a subir la foto ahora mismo al Facebook, ¡cómo nos vamos a reír!
El cuarto poder en la palma de la mano, el que derroca tiranos, provoca cambios y consigue que las empresas cuiden el servicio. Sentir ese poder hace sentir además invencible, ser poseedor del poder de la palabra, de la denuncia…¡¡ya nada quedará en la sombra!!
Pero si lo llevamos al extremo, al uso de las redes sociales para denunciar a todo y todos, mezclaremos lo relevante con lo banal y a largo plazo es probable que se tienda a un uso egoísta y alejado del deber de información. A un uso que vulnere el derecho a la intimidad.
Además de dar trabajo a muchos abogados, tendrá tres efectos terribles:
- las redes sociales on line dejarán de ser voz legítima de ciudadanos para provocar el cambio hacia el bien común y será pasto de manipuladores, lo que llevará a una pérdida de credibilidad de la propia red.
- provocará un estado policial permanente, tu vecino será tu denunciante. Cualquiera puede señalarte con el dedo. Esto ya ha ocurrido demasiadas veces- la Inquisición, por ejemplo. No repitamos, por favor.
- generará odio entre denunciante y denunciado…una mofa, un enemigo. Una exposición pública de un error, un contrincante eterno.
Todo esto sin entrar en el debate de si el hecho en sí fruto de la crítica es reprochable o de si “parecía” reprochable. Nunca contamos con toda la información para saber si, estando en su lugar, hubiéramos hecho una cosa distinta.
Así que antes de postear una crítica –entendido como censura piensa:
- ¿hay un deber de información real de interés general? (y no sólo particular) ¿es relevante para el entorno?
- ¿te merece la pena ganar un enemigo?
- Ponte en el lugar del otro. ¿Te gustaría que te ocurriera a tí?
Toda persona construye su marca personal -y genera reputación- en base a sus acciones públicas. Pero eso no es óbice para que pueda seguir manteniendo una esfera privada y un espacio para la estricta intimidad.
En el proceso de comunicación de la valía profesional se generan opiniones con el objetivo de transmitir un criterio-un valor y un talento, al fin y al cabo-. Ideas que podrán ser compartidas o debatidas por otros, que gustarán más o menos. Se podrá criticar la idea, pero como nos explica Dale Carnegie en su libro, es mucho mejor hacerlo sin censurar a la persona.
Porque conseguiremos un efecto negativo y contaminaremos además con este tipo de mensaje una red que ha logrado tantos hitos positivos sociales. Mantengamos su buen uso entre todos.
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Arancha, me parece una excelente reflexión. Al final todo se reduce a la aplicación del sentido común y a tres o cuatro normas que deberíamos aprender desde muy pequeños y practicar el resto de nuestras vidas. No hagas al otro lo que no te gustaría que te hicieran a ti, no cojas lo que no es tuyo, respeta y te respetarán, lávate las manos antes de comer, si otro está hablando espera a que termine antes de empezar tu y si no estás de acuerdo con lo que tiene que decir, da tu opinión intentado construir en lugar de destruir y sobre todo, sin atacar gratuitamente al otro que a su vez considera que su opinión es tan válida como la tuya. Nos liamos en un mundo de teorías, necesitamos «coaches» y «líderes» para que nos digan como hay que hacer las cosas…adelantaríamos tanto si todo empezara por una educación de base tanto en el cole como en casa. Las redes sociales pueden ser un instrumento fantástico para hacer muchas cosas y también pueden ser un «arma de destrucción masiva» cuando caen en manos de gente sin escrúpulos. Una vez más es cuestión de equilibrio, sentido común y respeto al otro.
Como siempre Arancha, totalmente de acuerdo contigo…al final el Crack eres tú;-).
Me quedo con tus 3 reflexiones y no sólo deberíamos tenerlas en cuenta para interactuar en las RRSS sino para nuestra actitud en la vida en general. Yo lo he visto y…lo he vivido en persona recientemente. Estar en un trabajo, un curso o lo que sea y Postear, tuitear o chatear en Facebook sobre el compañero, el jefe o incluso personas que no conocen con una falta de respeto total.
Ser crítico en esta vida es fundamental si te implicas, si quieres que las cosas mejoren, si las cosas te importan…sólo así avanzamos!! el resto es complacencia! pero «ser crítico» y «criticar» son cosas totalmente distintas. Por mi parte, piense lo que piense de alguien no voy a incurrir en descalificativos irrespetuosos y mucho menos en una red pública haciendo mofa, es más, cuando se me ha querido implicar invitándome al chat, mencionándome…no he entrado al trapo. Es una falta total de empatía y generosidad. Mi interés en las RRSS es aprender y en la medida de mis humildes posibilidades aportar… Pero las RRSS no dejan de ser un reflejo de lo que somos…y siempre habrá gente que le gusta criticar. Menos mal que hay muchos que las utilizan generosamente, compartiendo y añadiendo valor. Como tú;-))
Gracias de nuevo Arancha