Ser hija de David y Victoria Beckam no será fácil.
Algunos pueden pensar que la vida de lujo y rosas siempre lo es, pero la historia nos ha dado demasiados tristes ejemplos de hijos de celebridades, o niños prodigio que no han soportado la presión mediática.
Son tan altas las expectativas puestas en ellos, que los que no tienen una naturaleza fuerte sucumben.
¿Qué les protege? Una buena educación y el cariño de sus progenitores.
¿Qué les debilita? Una mala educación, poca atención de sus progenitores y una sobre-exposición en edades en las que no entienden los peligros de la fama.
No sé qué tal harán su trabajo de padres los Beckam. El tiempo nos lo dirá.
Pero llamar a tu hija “Harper Seven” ya es ponerle de alguna forma un reto.
Dicen que “Seven” es por el número que usaba David Beckam como jugador, y “Harper” por influencia de la revista “Harper´s Magazine”, pero vete tu a saber.
El nombre es la marca de las personas, nuestro primer distintivo.
Aquellos que tienen nombre poco común, siempre se ven obligados a explicar la historia de cómo y por qué: “mis padres eran devotos” “mis padres se enamoraron en esta isla” “este nombre significa tal cosa en este idioma”, “me llaman así porque soy” etc, etc, etc.
Tu nombre forma parte de tu historia desde que naces y está ligado intrínsecamente a tu identidad.
Un conocido mío se llama Hermenegildo Seisdedos. Una vez me contó que para él, enunciar un nombre así, es más que decir “me llamo tal”.
Decir su nombre es en sí mismo una actitud.
“Harper Seven Beckam Adams” es un nombre y dos apellidos. Es hija de dos personas-marca con poderosas marcas.
Dos personas que buscan la relevancia y que han querido marcar también de forma distintiva a su progenie eligiendo para todos ellos nombres especiales: Romeo, Brooklyn y Cruz.
Les doy la enhorabuena. Tener un hijo es maravilloso.
Les deseo que “Harper Seven” crezca en salud y felicidad.
Y les recuerdo que las cosas, y aún más lo hijos, no siempre salen como nosotros queremos. Quizá Harper Seven llegue a ser la “posh” en miniatura que ellos quieren, pero también puede ser que, hastiada del peso de su marca, huya de su destino VIP y decida crear el suyo propio ajena a los flashes y las boutiques.
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Todo es posible. De todas maneras, la «historia» de nuestra «familia» es un marchamo que tenemos desde que nacemos y que nos es muy difícil obviar. Ya no me refiero a ser hijo de famosos, sino a ser discípulos de una forma de ver la vida, de entender, de ver más allá, etc…….Todos conocemos casos de errores cometidos más que evidentes cometidos por progenitores y que son repetidos por sus hijos……Un abrazo.