«En la Economía del Conocimiento los aprendices ganan la carrera a los líderes”

En el mundo empresarial, a menudo se divide a los profesionales en dos categorías aparentemente simples: líderes y seguidores. Sin embargo, la verdadera distinción no se encuentra en el título que ostentan, sino en su disposición para aprender.

Aprender habilidades duras y blandas (lo que se llama hard y soft skills, o su proceso denominado en inglés up-skilling y re-skilling)se ha vuelto más crucial que nunca en la actualidad debido al protagonismo de lo que se conoce como la «economía del conocimiento».

En esta economía, la información es el activo más valioso, y su transformación en conocimiento es el motor que impulsa la generación de valor y riqueza. Esto va más allá de la simple acumulación de datos; se trata de la capacidad de aplicar información de manera creativa y efectiva en la resolución de problemas y la creación de productos y servicios innovadores. De la capacidad de aprender nuevas competencias para poder adaptarse a los cambios.

La economía del conocimiento abarca una amplia gama de industrias, desde la educación hasta la investigación y el desarrollo, la alta tecnología, la informática, las telecomunicaciones, la robótica, la nanotecnología y la industria aeroespacial. También la salud y el amplio sector de los servicios profesionales. Lo que todas estas áreas tienen en común es su dependencia del conocimiento como motor de crecimiento.

La economía del conocimiento no se trata solo de acumular información, sino de comprender cómo aplicar ese conocimiento de manera práctica y efectiva. Implica la capacidad de resolver problemas, adaptarse a nuevos desafíos y aprovechar las oportunidades emergentes. En última instancia, las personas y las organizaciones que pueden aprender y aplicar el conocimiento de manera ágil y creativa son las que prosperarán en esta nueva era económica.

Hay algo más: la economía del conocimiento está intrínsecamente unida a la economía colaborativa

Aprender y colaborar enriquecen

En el contexto de la economía del conocimiento, la colaboración se vuelve aún más esencial. El conocimiento es un recurso valioso, pero su valor se multiplica cuando se comparte y se combina con la experiencia de otros. La colaboración entre personas con diversas habilidades y conocimientos puede conducir a la generación de ideas innovadoras, la resolución conjunta de problemas y la creación de soluciones eficaces.

Cuando el conocimiento se comparte, se desafía las leyes del mercado.

Reivindicaba Nuccio Ordine en su inspirador libro «La utilidad de lo intútil» que el ser es más valioso que tener. Y que compartir conocimientos con otros no empobrece, sino que enriquece.

Produce un milagro: “el de un proceso virtuoso en el que se enriquece, al mismo tiempo, quién da y quién recibe.

Las organizaciones crecen gracias a personas generosas que aprenden y comparten lo aprendido.

Por eso considero crítico poner en valor el aprendizaje de competencias como una ventaja de personas y organizaciones. Distinguir el talento en una empresa en función de liderazgo y seguidor está desfasado, porque desvía la atención sobre el elemento que hoy resulta más crítico para la supervivencia y sostenibilidad de la organización y sus empleados: la capacidad para decidir qué aprender, qué camino profesional tomar, cómo diseñar su carrera en entornos diversos, globales, digitales y cada día más planos. Las organizaciones jerarquizadas piramidales del siglo pasado necesitaban líderes. Las organizaciones más planas y ágiles del siglo XXI necesitan profesionales que sepan autogestionar su talento y diseñar carreras sostenibles. Si lo consiguen, podrán crecer y hacer crecer a su organización, creando un vinculo sólido de atracción y retención.

En lugar de dividir a empleados y profesionales entre los que lideran y los que siguen, hemos de señalar con admiración y celebrar a los que aprenden, ayudándoles para que lo hagan mejor. También ofrecer urgentemente recursos los que no, para que empiecen cuanto antes a hacerlo para todos puedan enriquecerse.

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