Me fascinan las historias detrás de cada persona.
Una vez leí que es imposible no amar a alguien una vez que conoces su historia. No puedo estar más de acuerdo.
El otro día vi en Netflix el documental sobre Wham! y los inicios de la carrera profesional de George Michael. Es fácil intuir por el nombre de mi blog «Historias de Cracks» que me encantan los documentales biográficos.
Wham fue un grupo musical creado por George Michael (nacido como Georgios Kyriacos Panayiotou) y Andrew Ridgeley, amigos del colegio desde los 12 años.
Todos tenemos una historia
George Michael era un niño tímido y reservado. Andrew Ridgeley era un Líder, el chico divertido al que miraban todos. Eran íntimos.
Los chicos se iniciaron en la música como distracción, o quizás como hacen muchos jóvenes, usándolo como una forma de encontrar y definir su nueva identidad adulta y romper así con su yo infantil.
*No me puedo resistir hacer un inciso para recomendar «Mi hermano persigue dinosaurios», una obra autobiográfica escrita por un chaval de 15 años italiano llamado Giacomo Mazzariol que tiene un hermano con síndrome de down y que narra muy bien ese paso a la adultez con un bonito mensaje de la aceptación de la diversidad. Una joya.
Volviendo a la historia de Wham!, me hacía gracia la impaciencia que demostraban estos jóvenes. Compusieron unas canciones, grabaron unas maquetas y las enviaron a todos los sellos discográficos que conocían. Acosaron al hijo de una vecina que trabaja en uno de ellos. Todo el proceso, hasta que consiguieron su primer contrato duró apenas medio año. Toda su trayectoria como grupo, que incluyó varios número uno, cientos de conciertos y varios millones de discos vendidos apenas rebasó los 4.
No puedo evitar acordarme de Jeff Bezos y los más de 10 años que pasó acumulando pérdidas, tildado como un loco persiguiendo un objetivo que los demás creían un milagro. Y él, ni caso. Erre que erre, pacientemente siguiendo su estrategia. Hasta lograrlo.
Podríamos aceptar que la falta de paciencia no es una característica exclusiva de los chicos de ahora, sino un rasgo esencialmente de la juventud , sean de la época que sean. Hasta nosotros, ya viejos, podríamos reconocernos en ellos y recordar cuando no queríamos que nada nos frenara.
Pero me estoy desviando, no es de eso de lo que quería hablaros.
Aunque las primeras canciones las componían George y Andrew juntos, pronto quedó patente que había dos niveles de talento. Andrew, un compositor mediocre (es decir, de la media) , y George Michael, con un talento extraordinario que mejoraba cada día gracias a un trabajo continuado, casi obsesivo.
En algún momento de la película se deja entrever que George Michael podría estar canalizando su frustración de su homosexualidad oculta a través de su música. Y que canciones como «Freedom» eran un canto a su necesidad de libertad (de mostrar su identidad).
En mi opinión, creo que hay algo más. Yo observo un artista con la capacidad de entender el mundo, ver más allá de lo obvio, y explicarlo a través de su música. Su público se reconocía en sus ritmos, sus letras. Las canciones les representaban y además en el proceso, se divertían.
Al fin y al cabo, eso es lo que hace un artista. Interpreta el mundo. Explica su momento y lo muestra de forma plástica (en la pintura, la literatura, la arquitectura y la música). Es posible comprender a historia del siglo XV observando las obras del renacimiento, entender a través de la literatura del romanticismo el final del siglo XiX y ver en obras expresionistas como «El grito» de Munch lo que supuso la angustia de la población ante los eventos del inicio del siglo XX.
Los críticos se reían de George Michael. Le censuraban porque usaba un rap facilongo para hablar del paro de los jóvenes de Gran Bretaña. Porque les daba a los adolescentes una excusa para promover la diversión. Los millones de fan les aplaudían y les decían: «gracias por conectar con nuestra realidad y deseo». Pero para George Michael eso no era suficiente. Se sentía inseguro y poco reconocido en su talento artístico. Le enfadaba, y se esforzaba más y más y más para demostrar que no era un mal músico.
Hasta que un día recibió un apoyo que lo cambió todo. Recibió un premio de la industria musical de la mano de Elton John, quién dijo de él «que era un músico con un talento extraordinario».
Aquél reconocimiento era la prueba definitiva que otros compositores y artistas consolidados, a los que él veía como grandes maestros, le daban la mano y le reconocían como a un igual.
Le dijeron: «eres uno de los nuestros».
George Michael se deshizo en lagrimas de la emoción. Me imagino la sensación de alivio y a la vez de emoción de pensar «de verdad que valgo», «no me estoy engañando» «este es mi sitio» «ya he llegado».
La prensa al día siguiente recogió ese momento con un despectivo titular, algo así como «Weeping Wham!»
Supongo que a George Michael le dio igual.
La historia sigue y contiene otros giros interesantes que no los voy a desvelar aquí. Os invito a que seáis vosotros quienes los descubráis. Puede ser en la biografía de George Michael o en las historias que os aguardan detrás de cada persona.
Escuchad estas historias con atención porque sin duda aprenderéis algo. Y es posible que, de paso, empecéis a amar a alguien inesperado.
El método RADAR de George Michael.
He realizado esta interpretación de la trayectoria de George Michael aplicando el método RADAR.
El RADAR es un método que creé a partir de la práctica de la consultoría de marca personal a cientos de profesionales y que fui mejorando gracias al estudio de la literatura científica.
Cada una de las letras responde a las siglas de :
– Relevancia (la promesa de talento)
– Audiencia (a quién se dirige)
– Diferencia (aquello que te permite destacar y te hace único)
– Acción (estrategia concreta y efectiva)
– Reflexión (evaluar los resultados y hacer ajustes si fuera necesario).
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