Existen síndromes que pueden perjudicar tu carrera profesional, como el del pato de Stanford o el del explorador, del que ya hemos hablado en este blog, ¿Padeces alguno de ellos sin saberlo? Todas las personas tienen habilidades únicas, que, aplicadas a su contexto, les hacen contribuir a la sociedad, pero a veces ese talento único está en un lugar equivocado, sin recursos ni confianza para crecer y desarrollarse.
Cuando eso le sucede alguien, erróneamente dice que no tiene talento, o que no vale para nada. La realidad es que su talento no puede crecer por falta de espacio, herramientas o amor. Entonces, como si fuera una planta sin luz ni agua, se va marchitando, provocando una frustración a esa persona, además de generar un conflicto con su entorno habitual y una gran pérdida para el que de verdad lo necesita y lo está buscando sin encontrarlo.
En el libro “El Mapa de Tu Talento” compartí una metodología fácil y asequible para que las personas pudieran encontrar su mejor ubicación para sus capacidades. Si tienes el presentimiento de que no estás en ese entorno ideal, deberías ponerte manos a la obra ya, sin perder ni un minuto. Cada día más es un día menos. De menor motivación, energía e ilusión. Como el “Efecto Mateo”, pero a la inversa. Cuando menos tienes, menos recursos te quedan para poder cambiarte.
Y por si no fuera suficiente la dificultad para identificar y alcanzar ese sitio ideal, hay que añadirle una complejidad extra: cuando se tiene la información pero se yerra en su interpretación, bajo el influjo de uno de estos tres síndromes.
- El Síndrome del pato de Stanford
- El Síndrome del Explorador
- El Síndrome del Soñador
Ilustrador: Iván Erre Jota
El Síndrome del pato de Stanford
Imagínate que El Principito se encuentra contigo y te saluda:
- Hola
- Hola
- Te veo seri@, ¿qué te ocurre? – te pregunta
- Estoy preocupad@
- ¿Por qué?
- Creo que necesito un cambio, pero creo que no voy a poder moverme hacia lo que quiero
- Pero siempre lo has conseguido en proyectos anteriores ¿verdad?
- Sí
- ¿Y estás preparad@ verdad?
- Si
- ¿Por qué crees que fracasarás?
- Porque es muy difícil
- ¿Lo has intentado?
- No
- ¿Te han rechazado?
- No
- ¿Entonces?
- Aun así, presiento que es imposible para mí.
El Principito te diría que sufres el “Síndrome del pato de Stanford”.
¿Qué es el “Síndrome del pato de Stanford”?
Te da miedo no estar a la altura, fracasar, incumplir las expectativas que otros tienen sobre tus capacidades. Defraudar y defraudarte. Y eso te paraliza, te hace creer que no hay esperanza alguna y dejar pasar las oportunidades.
El “Síndrome del pato de Stanford” nace de una buena cualidad: la búsqueda de la excelencia. Pero puede tergiversar qué talento tienes realmente y alejarte de buenas oportunidades.
¿Qué puedes hacer para contenerlo?
- Acepta la imperfección. Acepta que puedes equivocarte, que no eres perfect@. Un motivo de la mediocridad es fracasar por intentar llegar a todo.
- Disfruta de los hitos. Es imposible mantener la motivación si siempre estás con la amargura de lo que no conseguiste, en lugar de alimentarse con lo que sí alcanzaste. Saborea las victorias cuando se produzcan, no te quedes sólo en lo que fallaste.
- Mira atrás y gana perspectiva. Escribe en una hoja tus victorias, eso te ayudará a ver con perspectiva donde estás y poder ponderar con realidad las alternativas.
Ya hablé del síndrome del explorador en el libro “Ahora o Nunca” . La primera vez que oí hablar de este concepto fue en el blog de Dolors Reig El Caparazón.
El Síndrome del Explorador
Imagínate que El Principito se encuentra contigo y te saluda:
- Hola
- Hola
A continuación, entabláis esta conversación:
- “¿Qué te gustaría ser de mayor?” – te pregunta
- “No lo sé” – respondes
- “¿Qué te gusta? Conocer tus intereses podría ayudarte”- te anima
- Me gusta bailar, correr, hacer cabriolas y montar en bicicleta
- Ah, entonces podrías ser atleta
- Es que también me gusta dibujar y hacer manualidades
- Entonces podrías ser un artista atleta
- Es que también me interesa hablar con gente y conocer lugares distintos, explorar su cultura
El Principito te diría que sufres el “Síndrome del Explorador”.
¿Qué es el “Síndrome del Explorador”?
Te resistes a que etiqueten con algo muy concreto, porque te da miedo que te encorseten, que categorizar te impida seguir aprendiendo. Pero eso no ayuda a tu interlocutor, que no sabe cómo clasificarte, y por lo tanto, le dejas con una sensación de dispersión. La misma que tienes tú. Entonces te propone algo que nunca has hecho. Se te eriza el cabello de la excitación, te imaginas el placer de la exploración y te lanzas de inmediato. Como alternativa tienes lo conocido, que te aburre y te incentiva poco.
¿Estás tomando la misma vía? Quizás no. Porque la excitación de la novedad, la expectativa del aprendizaje no es un criterio suficiente para la elección. Y además, resistirte a que te etiqueten puede estar haciéndote perder alguna buena ocasión profesional.
El “Síndrome del Explorador” nace de una buena cualidad: la curiosidad, la inquietud constante de aprendizaje. Pero puede tergiversar qué opción es realmente la más adecuada para tu talento.
¿Qué puedes hacer para contenerlo?
- Acepta las etiquetas. Aunque imperfectas e incompletas, son más positivas que restrictivas, ya que ayudan a atraer oportunidades “aproximadamente correctas”.
- Encuentra el hilo común de tus intereses. Siempre lo hay. En el ejemplo anterior es claramente “la actividad”, es una persona que le gusta hacer cosas activas, creativas y con interacción social. Aunque parezca amplio, en realidad se deja fuera lo relacionado con la observación, el análisis, la ciencia abstracta o incluso biológica. Por muy amplio que sea el campo elegido, siempre es posible encontrar los límites que lo cercan.
- Concreta tus miedos. Escríbelos en una hoja, eso te ayudará a ponderar las consecuencias reales y no imaginarias.
Ya hablé del síndrome del explorador en un artículo anterior de Historias de Cracks como referencia a este artículo de Yorokobu.
El Síndrome del Soñador
Imagínate que El Principito se encuentra contigo y te saluda:
- Hola
- Hola
- ¿Cuál era tu sueño profesional? – te pregunta
- Quería tener un trabajo que me llenara
- ¿Y el tuyo te gusta?
- No lo suficiente
- Pero si tuvieras quince años y te dijeran que hoy harías lo que haces, ¿qué pensarías?
- Alucinaría
- ¿Te parecería bueno?
- Si
- ¿Y por qué crees que ahora ya no lo es?
- Porque quiero más
- Perfecto. Vamos a mejorarlo, ¿qué más querías?
- No lo sé.
El Principito te diría que sufres el “Síndrome del Soñador”.
¿Qué es el “Síndrome del Soñador”?
Tus sueños siempre son mejores que la realidad, y cuando intentas bajarlos a la tierra te parece que han perdido su encanto. Porque nada es más ideal que lo que tu cabeza puede imaginar, siendo la realidad siempre mucho más imperfecta. Y eso te hace sentir vací@, sentir desesperanza y desmotivación.
El “Síndrome del Soñador” nace de una buena cualidad: la búsqueda de un ideal, el reto constante de la realidad para mejorarla. Pero también te puede conducir a una insatisfacción constante y a la huida de tu realidad, en constante búsqueda de quimeras.
¿Qué puedes hacer para contenerlo?
- Aplica la inteligencia práctica. Qué puedes hacer con los recursos que tienes en el momento en el que vives y con las ocasiones que tienes a tu alcance.
- Disfruta de cada momento, los malos te permiten disfrutar los buenos. No sabríamos lo que es la alegría sin la tristeza, el descanso sin la fatiga, la plenitud sin el hambre.
- Pon las cosas en perspectiva y pondera cada cosa en su medida. Escribe en una hoja tus deseos y luego identifica una acción real para alcanzarlos.
Todo el mundo tiene un talento.
Todo el mundo es capaz de hacer algo de forma extraordinaria. Ya sea analizar, comunicar, vender u organizar. Servir o liderar. Crear o ejecutar. Las personas tienen habilidades únicas, que aplicadas a su contexto, les hacen contribuir a la sociedad. Todas.
Identifica si el Síndrome del Explorador, del pato de Stanford o del Soñador te están perjudicando y neutralízalos con algunos de estos consejos. Lleva tu talento a donde pueda brillar.