Hablamos de la orientación vocacional para jóvenes como si se tratara de algo que sí o sí se puede lograr. Disiento.
Llevo años analizando trayectorias profesionales y os aseguro que son muy pocos los casos en los que los profesionales tuvieron lo que conocemos popularmente como “vocación profesional”: la certeza de saber desde jóvenes cuál era realmente su vocación, a qué profesión o tarea se querrían dedicar con pasión en su vida laboral.
Me vienen a la mente algunos ejemplos que considero extraordinarios –por poco común- que sí que lo han logrado como la doctora Blanca López Ibor, oncóloga infantil que con menos de diez años supo reconocer su curiosidad médica al sostener a uno de sus hermanos pequeños entre los brazos. Cuando la conocí era la responsable de oncología infantil del hospital Monte Príncipe de Madrid. O a mi hermano Salvador Ruiz Bachs que desde joven lo recuerdo jugando entre los tomos de derecho de mi padre y que hoy es un afamado especialista en derecho financiero y socio del prestigioso bufete inglés Allen & Overy.
Estos ejemplos son extraordinarios y además pertenecen a carreras cuyo origen y destino están delimitadas con nítidas líneas (como el derecho, la medicina y la arquitectura). El resto son trayectorias profesionales orgánicas que se mezclan y se alejan, se difuminan y se cruzan. ¿Cómo se puede encontrar una vocación en un entorno tan incierto en el que sólo se sabe el punto del que se sale y a veces ni eso?
Sin embargo todos “tratamos de ayudar a los jóvenes” para que encuentren rápidamente su vocación con charlas, asesoramiento y vídeos inspiracionales cuando honestamente creo que con ese “encuentra cuanto antes tu vocación” no hacemos sino aumentar su frustración y su angustia. Vamos, que estamos echando una mano… al cuello.
Partimos de dos principios falsos:
- Que sea rápido o lento es importante
- No se puede trabajar felizmente sin tener una vocación
Corre, corre, corre
Qué manía con “date prisa”, “debes hallar tu vocación cuanto antes” cuando en realidad conozco a muchos de treinta y cuarenta y largos años que aún no la han encontrado –y francamente no sé si algún día lo harán-.
En realidad, queridos jóvenes, tanto énfasis para que encontréis la vocación es para introduciros en la rueda del sistema y haceros trotar tras la zanahoria cuanto antes.
No somos malvados ni malintencionados. Tan sólo replicamos el modelo que a nosotros también nos han inculcado: “si encuentras una vocación dedicarás tiempo a lo que haces, si dedicas tiempo a lo que haces te harás mejor, si te haces mejor querrás dedicar más tiempo porque te sentirás recompensado, si te sientes recompensado querrás ser mejor y entonces dedicarás aún más tiempo y así, cada día serás más, mejor, mejor, más lejos…y entrarás en la rueda de la productividad laboral y la competencia hasta el fin de los tiempos…o tu supuesta jubilación”.
Teóricamente suena bien y además es parcialmente cierto. Lo malo es que quizás porque dicen que somos seres –supuestamente- inteligentes, resulta que con el tiempo nos hacemos preguntas como éstas: ¿es esa la zanahoria que realmente queremos?.
¿Era lo que ansiábamos?¿soy o no soy? ¿hago lo que soy o soy lo que hago?
¿cómo responder estas preguntas sin sentir culpa si soy el único responsable de encontrar mi verdadera vocación?.
BASTA.
Quitemos peso a la decisión. Si no te levantas con entusiasmo–CADA- mañana para salvar al mundo no pasa nada. Si no sabes exactamente qué harás con los cuarenta años que tienes por delante no pasa nada. Incluso ¡MEJOR! Dime que estás dispuesto a vivir la aventura de explorar las alternativas profesionales y descubrir trayectos que no eran imposibles de conocer hasta llegar a ellos.
Sería ideal saber qué motiva más y felicito a los que lo descubren pronto. Pero creo que tanta búsqueda emocional sirve de cortina de humo para desviar la atención sobre lo que es realmente importante: los jóvenes deben poder entrar al mercado laboral. Abrámosles puertas, ventanas, resquicios o pasadizos pero dejémosles entrar.
Si queremos ayudar de verdad deberíamos hacer menos congresos inspiracionales y dar más oportunidades laborales.
Se puede ser feliz en una ocupación
Sí, se puede. ¿No es una gran noticia?
De hecho es lo que le ocurre a la inmensa mayoría de la población. Tenemos trabajos corrientes, ocupaciones que nos pagan un salario con el que vivir y que nos permiten sentirnos bien, que nos ayudan a cubrir unas necesidades mínimas. El drama aparece cuando hay ni eso.
La búsqueda de la vocación debería ser sustituida por la búsqueda del “flow” como bien explicó en su día el profesor Mihaly Csikszentmihaly.
Fluir es crecer en un reto para el que tus habilidades son las adecuadas. Y cuando se comienza a sentir aburrimiento buscar un nuevo reto que promueva el instinto de aprendizaje y superación para fluir de nuevo. ¿Quieres saber cómo encontrar tu estado de fluidez? Probando qué se te da bien y que no. Haz cosas y mira en qué te has visto bien y en qué te has horrorizado.
Busca oportunidades en tu entorno. Deja de preguntarte qué quieres hacer y comienza a analizar qué se necesita. Bucea en ofertas de empleo, lee el periódico, hazte una lista de las industrias que cubren las necesidades de la sociedad: movilidad, sanidad, educación, energía, infraestructuras, administraciones públicas, justicia, tecnología, comercio, distribución, alimentación, comunicación, entretenimiento….Habla con personas que te expliquen en qué consisten cada una y visualiza sus funciones para imaginarte si te ves en ellas o no. Pide una oportunidad cuando sientas que tu corazón se acelera por el interés y la curiosidad. Los jóvenes deciden también. Deciden haciendo y también no haciendo. Porque la elección ocurre tanto por acción como por descarte.
Permitidme un consejo: explorar no es lo mismo que olisquear. Explorar es ponerse el traje de buzo y hacer una inmersión: estar rodeado de agua y tener la plena consciencia de las consecuencias que podría tener un mal movimiento aunque uno lleve una bombona de aire. Olisquear es quedarse en la superficie opinando desde la barrera.
Para nadar hay que mojarse.
Así que dejemos de obsesionarnos en cómo averiguar la orientación vocacional de un joven y ayudémosles de verdad. Dejémosles entrar en el mercado de empleo. Démosles una oportunidad porque así de verdad les estaremos ayudando a encontrar su orientación vocacional. Y aunque no es una frase de Arancha Ruiz me sirve para cerrar este conocido refrán: “el movimiento se demuestra andando”.
Te voy a contar una “Historia de Cracks”
No os voy a contar la historia de cómo Jordi Martí llegó a ser el responsable técnico de Spinning del DIR (el primer operador de Fitness de Cataluña) pero sí que os diré que no fue a partir de descubrir de joven una profunda vocación.
Conocí a Jordi gracias a una promoción que la editorial de mi libro “Qué Busca el Headhunter” Conecta
Hacía deporte y lo hacía bien. Coincidió con las personas adecuadas que le dieron una oportunidad y su capacidad creativa y grandes dotes de organización no pasaron desapercibidas.
Hoy Jordi Martí sabe que su misión es diseñar las mejores experiencias deportivas para sus clientes. Implementa en sus gimnasios las últimas tendencias que ya están en marcha en centros de todo el mundo y que combinan deporte, innovación y tecnología. Hacer spinning es hoy más que pedalear encima de una bici al ritmo de la música, gracias a Jordi aprendí que ahora es una experiencia enriquecida gracias al conocimiento sobre la salud, la anatomía y la tecnología.
Jordi tiene un trabajo que le gusta. Que le hace sentirse bien porque le permite aprender y relacionarse con personas con las que comparte intereses. Que cuando está coordinando y formando a su equipo de técnicos de Spinning de DiR se siente realizado, al igual que cuando hace networking con otros colegas del ramo.
Quizás Jordi de joven no se imaginaba explorando las prácticas internacionales en Londres y Nueva York en la técnica del spinning pero es que probablemente tampoco se imaginó que alguien llegara a pagarle por hacerlo. Las ocupaciones se crean a partir de necesidades y pocos son capaces de verlas antes de que lleguen. Lo que sí que hizo Jordi es aprovechar la oportunidad que le dieron y crear él su puesto, una actividad en la que fluye como profesional.
¡Hola, Arancha!
Me ha gustado mucho el artículo. Conecta perfectamente con historias de personas que veo a diario por mi actividad.
Son personas que no han encontrado una gran pasión por algo concreto o que no saben concretar una pasión difusa que, sin embargo, sí intuyen. El mensaje tan repetido de «vive de lo que te apasiona» les acaba generando culpa. Creen que lo están haciendo mal, y su nivel de ansiedad es alto. Y hablo de personas de edades diversas.
También me he encontrado con otras que quieren encontrar un puesto de trabajo digno y lo dicen casi bajito, porque claro, ahora si no te lanzas a emprender no molas nada, eres un esclavo.
Oye, pues ya llegará tu momento para decidir tu vocación. Y puede que ésta cambie. De hecho, lo raro es tener pasión por lo mismo toda la vida, sin matices. Hacer elegir a los jóvenes tan pronto no es natural y cada uno lleva su ritmo.
Muy acertado lo de «explorar, no olisquear». Muchas veces nos quedamos en la superficie de las cosas, y solamente tratando de entender su esencia podremos decidir si nos gustan o no y aprender algo de ellas.
Enhorabuena por el artículo. :)
¡Un saludo!
Felicidades Arantxa. Coincido mucho con tus ideas. El camino al autodescubrimiento no es fácil y mejor avanzar en él antes de entrar en la rueda del hamster. Nuestro papel no es aleccionar, ni empujar es invitar a explorar, ser valientes y sentir más que pensar. Licenciarnos en Autoconocimiento y Autoestima.. Eso deberíamos hacer desde niños
Gracias Joan y Joan :-)
No podemos estar más de acuerdo. A veces pienso que tanto querer minimizar y gestionar la incertidumbre nos hace perder el foco de lo importante, que es afrontar cada día con normalidad.
Coincido también en que la autoestima es fundamental pero con mesura. La suficiente para tener la fortaleza de levantarse tras el error pero sin exceso para no caer en la auto-indulgencia y la soberbia. Para mí el mejor termómetro para saber si tienes una sana autoestima es cuánto te quieren los demás.
Gracias por compartir en el blog vuestras visiones. Esta es vuestra casa.
Arancha