Como ya hablamos en el post de “Colgados de Internet” todo lo que decimos y aparece sobre nosotros en Internet está emitido por nosotros mismos. El pitoniso del siglo XXI no es otro que un experto hacker de datos:
El anverso de la moneda
Por eso es muy importante salvaguardar nuestra información usando passwords complejas de averiguar. Para las empresas hay sistemas muy avanzados de control de accesos con una tecnología que usa la huella digital o el reconocimiento facial. Lo que veíamos de pequeños en las pelis de 007 ya es algo cotidiano y ¡hasta se puede alquilar!.
Las personas nos conformamos por el momento con el sistema de siempre, los consabidos criptogramas. Os recomiendo que dediquéis un rato de vuestro tiempo a resetear con contraseñas más fuertes todos vuestros sitios en Internet para evitar que pitonisos bien y malintencionados accedan a vuestros datos. He aquí una recomendación de cómo hacerlo:
El reverso de la moneda
¿Cómo afecta esto a la marca personal? El control de la información personal resulta que tiene su otro lado, el control de las personas. La ventaja de medir y asegurar conlleva el riesgo de controlar. Las mismas empresas que ayudan a salvaguardar la información también ayudan a controlar la presencia de los empleados con sistemas de control de horario que aseguran ahorrar dinero a las compañías y optimizar los recursos humanos.
Me cuesta ser tajante respecto a lo positivo o negativo del control de personas en el trabajo.
A finales de febrero de 2013 la presidenta de Yahoo, Marissa Mayer, acabó con el teletrabajo en una de las empresas pioneras de Internet, industria en la que la flexibilidad horaria se había convertido en uno de los beneficios asumidos por los trabajadores dentro de su contrato laboral.
A la naturaleza independiente de los perfiles típicos de esta industria (programadores techies y geek que trabajan por pasión y a deshoras) se había unido la facilidad de teletrabajar gracias a plataformas de compartición de documentos y chats corporativos internos. Un acuerdo idílico para los empleados que gozaban de plena autonomía y adecuado para las empresas que obtenían rendimientos con profesionales muy motivados. Quizá no era tan perfecto.
Marissa Mayer decidió cortarlo de raíz para disgusto de sus empleados porque sus resultados de productividad declinaban y sospechó que había continuas distracciones de sus empleados fuera del entorno profesional, que unido a la falta de interactuación física entre los equipos reducía la productividad y la aparición de sinergias internas.
Ni tanto ni tan poco. Hay quien sabe ser disciplinado cumpliendo sus objetivos profesionales gestionando su tiempo y quién no.
Esa política de café para todos y ¡se acabó el teletrabajo! beneficia al que se dispersa ayudándole a ser más productivo pero perjudica al que trabaja mejor de forma autónoma. Las empresas deberían conceder la libertad de gestionar su horario a aquellos que demuestren la capacidad de consecución de objetivos con una jornada flexible, porque tan malo es dar libertad al que no sabe qué hacer con ella como privársela al que puede y quiere recorrer el mundo.
Las empresas son un conjunto de personas organizadas para alcanzar un fin. Y recordemos que el fin no siempre justifica los medios.
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