Esta mañana el Twitter bullía con la noticia de última hora: Steve Jobs anuncia su dimisión como CEO de Apple.
Esta es su carta de renuncia:
To the Apple Board of Directors and the Apple Community:
I have always said if there ever came a day when I could no longer meet my duties and expectations as Apple’s CEO, I would be the first to let you know. Unfortunately, that day has come.
I hereby resign as CEO of Apple. I would like to serve, if the Board sees fit, as Chairman of the Board, director and Apple employee.
As far as my successor goes, I strongly recommend that we execute our succession plan and name Tim Cook as CEO of Apple.
I believe Apple’s brightest and most innovative days are ahead of it. And I look forward to watching and contributing to its success in a new role.
I have made some of the best friends of my life at Apple, and I thank you all for the many years of being able to work alongside you.
Steve
Jobs no se retira de Apple, sino que da un paso atrás para que otro ocupe el puesto de CEO y la sucesión se inicie mientras pueda verlo. «Ofrece» al Board seguir en Apple como Presidente del Consejo, director o empleado.
Me parece buena estrategia, pues una salida total de Apple probablemente generaría una ola de desconfianza en el mercado, ante la incertidumbre sobre la capacidad de la compañía para seguir la gesta del genio.
Este paso atrás, esta retirada de la primera fila, es una decisión valiente, coherente y además generosa para su obra.
Todos somos conscientes de nuestra mortalidad, un fin que casi nunca viene con preaviso o fecha cierta. A algunos les llega cuando todavía poseen el 100% de su capacidad y a otros con las habilidades en proceso de deterioro.
Aquel que pone su sangre, sudor y lágrimas en el proyecto que realiza, siente una ligazón a él tan poderosa que se convierte en una parte fundamental de su propia vida. Una parte de su ser que le da sentido a su existencia. Motor de sus ilusiones y fuente de sus decepciones. Decidir dejarlo, amputar, es una difícil decisión, pero es valiente, coherente y generosa.
VALIENTE:
– Qué hacer después cuando se abandona el leitmotiv que ha guiado durante tanto tiempo su vida.
– Cómo gestionar el miedo a que su obra no siga brillando tras su ausencia.
– Cómo asumir que otros lo pueden hacer mejor que él con un estilo diferente.
COHERENTE:
– Analizarse y preguntarse si las habilidades que convirtieron el proyecto en exitoso son las mismas que las que lo harán crecer y mantenerse.
– Asumir que el entorno cambia y que las habilidades requeridas para competir en ese mercado pueden haber cambiado.
– Aceptar el desgaste personal y físico.
GENEROSA:
– Que el proyecto perdure por encima del individuo, aunque sea gracias a su renuncia.
Y no estoy hablando sólo de la edad.
– Un chaval de 20 años puede fundar una compañía exitosa gracias a una idea brillante y luego ser consciente de que necesita un gestor más experimentado para hacerla crecer y mantenerse.
– Un CEO puede dejar las labores de dirección ejecutiva para dedicarse al asesoramiento o liderazgo en tendencias y en organización.
La experiencia y la madurez aportan al profesional un grado de conocimiento muy valioso, en muchas ocasiones desaprovechado. Existen ciertos comportamientos y tendencias que se repiten en la sociedad, y que una persona que las ha vivido, observado y reflexionado es muy capaz de anticipar. No es baladí hablar de la sabiduría que aporta la edad.
Steve Jobs renuncia a su puesto de CEO pero sigue a la disposición de Apple. Deja pasar a la siguiente remesa de directivos y ofrece su sabiduría a aquellos que quieran aprovecharla.
Mucha suerte Steve.
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