Hoy se vuelven a ver las caras el Real Madrid y el Futbol Club Barcelona en el partido de semifinales de la Champion League.
Aunque no soy muy futbolera, este es el típico partido que no me pierdo. Como la mayoría de españoles, porque casi todos somos fan de uno de los dos equipos.
Preferimos unos colores: blanco o blaugrana
Destacamos como mejor jugador a Messi o a Christiano Ronaldo.
Alabamos el estilo de dirección de Mouriño como entrenador o a Pep Guardiola.
Justificamos u obviamos las faltas cometidas por nuestro equipo y clamamos justicia por las que nos infringen, o parece que nos infringen.
Pura pasión. Subjetividad en estado puro.
Si le preguntara a un fan del Real Madrid qué piensa de Guardiola, o a un fan del Barça qué opina de Mouriño, su respuesta incluiría años de emociones vividas y recuerdos: partidos vistos en casa con papá o los colegas, los acalorados debates de bar, la subida de adrenalina al pisar por primera vez el estadio.
Pero la respuesta no hablaría de esos sentimientos. Hablaría de esa persona en concreto, criticándola o alabándola. Se estaría alimentando la reputación de estos técnicos no sólo en función de las acciones que realizan como entrenadores, sino en base a una subjetividad creada a lo largo de toda una vida.
Cuando creamos la marca personal no podemos obviar esa subjetividad.
Cuando alguien piensa en nosotros, no sólo lo hará teniendo en cuenta lo que somos o lo que hacemos. Influirá también qué piensa de nuestro lugar de origen, de la persona que nos presentó, de la empresa en la que trabajamos. La percepción sobre nuestras habilidades será distinta si se sienten identificados con nosotros o no, incluso si les recordamos a alguien con quien simpatizan o a quién detestan.
Pura subjetividad.
¿Y cómo gestionarla a favor de nuestra marca personal?
1. Escuchando
Encuentra en la otra persona las áreas de interés que tenéis en común y detecta en las que sois antagónicos.
2. Siendo prudente
Que tengáis puntos opuestos no significa que tengas que imponer tu criterio en el primer encuentro. Evita la confrontación hasta que la otra persona haya conocido tus fortalezas. Entonces no importará que también descubra aquello que os diferencia o separa.
3. Asumiendo que no se puede gustar a todo el mundo
Ni falta que hace. Si vosotros o vuestros intereses son tan opuestos que no tenéis un lugar de encuentro, ya encontrarás con quién sí lo tengas. Ser auténtico es importante.
Recuerda, tu reputación estará afectada por la visión subjetiva de los demás. Construye una marca personal sólida, escoge el grupo afín a ti y a tus intereses y comunica previendo el margen de error que la subjetividad ajena puede aportar.
Conecta con tu equipo. Siente los colores. Que aflore la emoción. Y que gane el mejor.
Visca el Barça…